Voy a construir un mundo, lo voy a destruir y después voy a ver que es lo que me queda.
Un hombre cogío una piedra, vió a otro y se la tiró a la cabeza, le acierta, dejándolo herido e inconsciente en el suelo mientras su sangre se desparrama. Al tiempo, le dice, "no hables de lo que importa sino te importa de lo que hablas". En el suelo, hay una comunidad de diminutos bichos que no tienen relevancia para el universo y que llevaban mucho tiempo buscando algo de lo que alimentarse. La sangre los invade y los transporta un par de metros más allá. Dan a parar a una tierra mas fertil, llena de los nutrientes necesarios para su subsistencia, y a la que seguramente habrían llegado de todas formas o quizás no, quien sabe. La cosa es que además, la sangre tiñó a los bichos de rojo, y les dio un olor más fuerte al que tenían.
Los diminutos bichos consideraron este hecho como algo extraordinario, ya que había supuesto el comienzo de una nueva etapa para la comunidad, donde podrían alimentarse en abundancia y donde además estaban menos expuestos a la actividad "gigante" que tantas bajas había causado a la comunidad en el pasado. En tres días no se produjo baja alguna (algo insólito incluso para los más ancianos). Eran buenos tiempos para la Comunidad, y todo gracias a la sangre y a esa gran frase "no hables de lo que importa sino te importa de lo que hablas". La comunidad decidió entonces dos cosas para honrar tan buen momento e intentar preservarlo en el tiempo. En primer lugar, el rojo se conservaría siempre, ningún bicho permitiría nunca que su piel perdiese su color. En segundo lugar, la frase que había dado lugar a esta dicha se mantendría de bicho en bicho, nunca se discutiría y para que todo el mundo fuese consciente de ello, se construiría una gran puerta en la Comunidad con la frase rotulada desde todos sus lados, de forma que nadie se atreviese a entrar o salir de la Comunidad sin tenerla muy presente.
También es verdad que el comportamiento de los bichos cambió. A la hora de establecer relaciones con otros bichos, los mas populares eran aquellos cuyos cuerpos habían tenido en mayor medida exposición a la sangre, de tal manera que eran mas rojos. Estos erán desde el punto de vista físico los considerados más atractivos. Las hembras de la especie esperaban tener la suerte de retozar con ellos, porque pensaban que con el contacto podrían conseguir una mayor pigmentación. Además, si un bicho tenía la habilidad para incluir en mucha de las frases de sus conversaciones el famoso "no hables de lo que te importa sino te importa de lo que hablas", este era considerado un gran intelectual, una persona audaz y a la que convenía acercarse.
Con el tiempo y la llegada de algunas lluvias a la zona, el olor distintivo de la sangre se fue perdiendo, al igual que la pigmentación. Esto supuso un gran temor dentro de la Comunidad, y en gran medida, cada marca o mancha de sangre se revalorizó aun mas si cabe. Una vez, en medio de una expedición, un bicho tropezo, cayó unos centrimetos en cuesta y se hirió. De una de las extremidades de su diminuto cuerpo salia sangre. Un compañero que se habia acercado a ayudarle, vio de pronto aquella bella sangre desparramarse y los ojos se le iluminaron "si pudiera recubrirme de ella, sería más valioso para la Comunidad, todos me querrán". Desgraciadamente, en lugar de ayudar a su amigo, hurgo mas en su herida para acabar matándolo, mientras veía como sus manos y todo su cuerpo se llenaban de sangre. Cuando volvió, todos le apreciaron más y ensalzaban su color, su olor,,,en una noche de borrachera con sus nuevos "amigos", declaró como había obtenido su recoloreamiento, al principio sus amigos se escandalizaron, pero esa misma noche se produjo un hecho que marcaría a toda la Comunidad, la primera "criba de sangre". Solo quedó uno de la pandilla, que atemorizando al resto de sus compañeros de especie grito bien alto "no hables de lo que importa, solo importa que yo hable". Se había atrevido a cambiar la gran frase. La gran guerra por la sangre habia comenzado, solo se ganaria cuando ya no hubiese alguien que pudiese acumular más sangre,,,
Unos meses más tarde un bicho cogío una piedra, vio a otro y se la tiró a la cabeza, le acertó dejándolo herido e inconsciente en el suelo mientras su sangre se desparramaba. Al tiempo le dijo "Ahora, que importa de lo que hable", se echó a llorar, ya no quedaba nadie que le admirase por lo que dejo que la sangre se desparramase por el suelo,,,
No hay comentarios:
Publicar un comentario