domingo, 15 de marzo de 2009

EL SENTIDO DEL SUFRIMIENTO:

Decidido a prolongar la esperanza de vida de su fantasmagórica audiencia, se levantó a duras penas de su camastro y se dirigió hacia la parte frontal del pabellón en el que desde hacía casi ya 3 años, malvivían hacinados él y sus compañeros. Estaba decidido a cambiar algo en la dura existencia de sus compañeros, a cambiar "todo" en su mentalidad. Tenía la seguridad de tener la clave para aguantar tanto sufrimiento, y se negaba a guardársela sin compartirla con sus compañeros.
Así todo, comenzó a hablar. Les explicó con un tono cercano y humilde, que la llave para no desmoronarse y morir, estaba en la cabeza. Les compadecía (ya que no todos habían sufrido la misma suerte, y pese a que él había sufrido más de lo que la mayoría de la gente que en la actualidad dice "sufrir mucho", por conflictos generados por el exceso de necesidad de sentir una libertad mal entendida y para la que no están preparados, podría imaginar, había algunos muy maltrechos, y en situación incluso peor que la suya), pero al mismo tiempo les instaba a no dejar de luchar. No una lucha física contra sus carceleros o sus cuerpos, sino una lucha contra el que llamó el gran enemigo contra su supervivencia: La pérdida de un sentido por el que vivir. La pérdida de la esperanza.
Y lo que realmente era novedoso y le hacía poseedor de un arma poderosa contra el desequilibrio vital era el enfoque sobre sobre el sentido de la vida.
Les dijo que, como ellos sabían el amor es un sentido para luchar y vivir. El amor a una mujer, a unos hijos, a una familia, a unos amigos...el amor por unos lugares, o momentos...el amor por unas aficiones...el amor por Dios...Todo ese amor hacía que mantuviesen su lucha contra el tiempo (esperando el fin de la guerra), para sobrevivir y poder volver con toda esa gente, a todos esos lugares, a todos esos quehaceres. E incluso, les decía, aunque no tuviesen ilusión por todo eso, les expliacaba que no solo hay que buscar el sentido en lo que nosotros pedimos de la vida, sino también, en lo que la vida nos pide a nosotros. Es decir el sentido de la responsabilidad.
Y mientras sus cabezas quisieran y mantuviesen la esperanza por salir de ese agujero del mundo, serían capaces de hacerlo.
Pero él sabía que a muchos no les quedaba nada de amor por el que luchar, y recuperar, así que les habló del sentido del sufrimiento. Algo excepcional desde mi punto de vista: Aprender a asumir, entender y utilizar todo ese sufrimiento al que se veían sometidos...

(NOTA: Este texto está escrito tomando como base ideas y detalles de un hecho real: Victor Frankl, El Hombre en Busca del Sentido)

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