martes, 16 de diciembre de 2008

La influencia del tiempo en el hombre...

Pese a lo pretencioso del título, no hablaré de otra cosa que de algo en lo que me dejé caer anoche. No pudiendo dormir, me decidí por hacer ese ejercicio que en ocasiones te trae a la mente ideas maravillosas y en ocasiones te convierte en una persona desdichada por unos instantes que es, "el pensar en profundo". Vosotros y solo vosotros afortunados destinatarios y remitentes de los elementos que conforman esta tormenta en la que nos introducimos y nos comprometemos, podréis valorar qué tipo de ocasión fue la que ayer viví.

Pensando qué decir en una hipotética entrevista con una chica que me pudiese parecer gustativa, y en otra no tan hipotética entrevista que es la que mañana tendré por la mañana (el idioma castellano es rico, pero la palabra "mañana" no es un ejemplo) con un tal gilipollas nosequé, se me ocurrió desarrollar la idea que me facilitó el articulista conocido como "catiuscas", utilizando tres conceptos: limitación, cualidades, y esfuerzo, pero la sencilla unión de esas ideas, no viene ahora al caso.

Lo que sí quiero es mostrar mi interés por el invierno. Me gusta el invierno. Más que ninguna otra época del año. El verano, es el gran paraíso temporal de la mayoría de la gente. Todos se toman el resto del año como una espera hacia el verano. El verano es un tiempo en el que se exalta lo sencillo. Se potencia la superficie. Y se esconden preocupaciones. Se trata de un tiempo en el que el objetivo es maximizar la diversión y minimizar la reflexión. Solo tienes que pensar en nimiedades. Y aunque alguien interesante intentase escapar de esa tendencia a la que nos vemos empujados o de la que nos vemos influenciados, no le resultaría sencillo. Es decir, no me imagino a "Victor Hugo" escribiendo "Los Miserables", ni a "Chris Martin" escribiendo "spies" en verano, o por lo menos no me los imagino sintiendo la inspiración necesaria para desarrollar la parte central de esas obras en esa época.

Ahora pensad en El invierno. El invierno, es una época gris, fría, melancólica a veces sí...pero llena de matices. Llena de valores. Y no de los valores de la superficie, sino de los de base, de los que se encuentran en el fondo de una vida profundamente humana. La inspiración se multiplica, las familias sienten diferente, y por supuesto el amor sale reforzado.

Me parece interesante observar cómo la persona humana, se deja influenciar por factores externos como el citado tiempo, u otros muchos, sin tener muchas posibilidades de defenderse. Es una muestra de que debemos centrar el mundo sobre Dios y no sobre el hombre. En la actualidad el hombre se siente todopoderoso, y se olvida del resto. Dios crea el verano y el invierno y el tiempo y el espacio. Y por supuesto, no se ve modificado por ellos. El tiempo no pasa en Dios porque siempre está ahí y siempre lo estará. Pero pese a ser él sí todopoderoso, no se olvida del resto. Es paradójico.

Dicho todo esto, solo os digo que aprovechemos este invierno y esta navidad a todos los niveles de nuestra vida...

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